Antes de que naciera Blyssé, el ejercicio físico era parte de mi vida. Desde que me convertí en madre hace cuatro años, no he vuelto a tener una rutina de ejercicios y quiero volver a empezar.
Después de considerar diferentes opciones, decidí empezar a correr, ya que lo puedo hacer donde sea que me encuentre. Me gusta la idea de salir y respirar el aire fresco, y cuando el clima no lo permita, podré hacerlo en mi caminadora en el sótano.
Mis amigos corredores me recomendaron que fuera a una tienda especializada en zapatos para correr, ya que ahí te ponen a correr y ven cómo es tu pie, cómo caminas y cómo corres. Además amplia variedad de tenis dependiendo las necesidades específicas del cliente.
El viernes fui y después de probarme gran variedad y cantidad de tenis, encontré los que parecen ser los ideales para mí. Cuando me los pongo siento que abrazan a mis pies, son muy cómodos y espero que me ayuden a cumplir mi meta de volver a ser un poco activa físicamente.
Ayer fue mi primer día. Aprovechando que era fin de semana, dejé a las niñas con Danny, después de darles de desayunar y me dirigí a trotar muy lentamente alrededor de la colonia. ¡Qué paz y tranquilidad se respiraba! No me encontré a nadie en todo el camino, y el paisaje era hermoso. Como algunos saben, mi colonia es pequeña, es como un cuadro en lo que en Monterrey se consideraría “el medio de la nada”, aunque realmente solamente estamos a 25 minutos del centro de Denver, por carretera. Alrededor hay granjas con caballos y vacas, y en frente de mi casa, por un lado, hay sembradíos enormes de girasoles, y aunque en esta época del año no hay girasoles, sí hay muchos gansos que vuelan en unísono al son de los bellos sonidos del aire y de los colores característicos de cada estación.
El aire estaba friíto, pero el sol estaba muy calientito y brillante. Qué contraste tan delicioso. El sol era tan azul como los ojos de mi esposo, y a lo lejos podía ver los edificios del centro de Denver y en el fondo, las montañas rocosas llenas de nieve.
Hoy en la mañana amanecí súper adolorida, pero no permití que eso me impidiera seguir con mi plan. En cuanto pude me salí a correr (o más bien una combinación de caminata y trotes), pensando: ojalá no me encuentre con los corredores “profesionales” de mi colonia, ¡qué vergüenza!
Sobreviví mi segundo día. Sigo adolorida. Sí hice ejercicios de estiramiento antes y después del ejercicio. Espero seguir con mi plan de ejercicios mañana.
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