domingo, 27 de febrero de 2011

Mi primer fin de semana corriendo

Antes de que naciera Blyssé, el ejercicio físico era parte de mi vida. Desde que me convertí en madre hace cuatro años, no he vuelto a tener una rutina de ejercicios y quiero volver a empezar.

Después de considerar diferentes opciones, decidí empezar a correr, ya que lo puedo hacer donde sea que me encuentre. Me gusta la idea de salir y respirar el aire fresco, y cuando el clima no lo permita, podré hacerlo en mi caminadora en el sótano.

Mis amigos corredores me recomendaron que fuera a una tienda especializada en zapatos para correr, ya que ahí te ponen a correr y ven cómo es tu pie, cómo caminas y cómo corres. Además amplia variedad de tenis dependiendo las necesidades específicas del cliente.

El viernes fui y después de probarme gran variedad y cantidad de tenis, encontré los que parecen ser los ideales para mí. Cuando me los pongo siento que abrazan a mis pies, son muy cómodos y espero que me ayuden a cumplir mi meta de volver a ser un poco activa físicamente.

Ayer fue mi primer día. Aprovechando que era fin de semana, dejé a las niñas con Danny, después de darles de desayunar y me dirigí a trotar muy lentamente alrededor de la colonia. ¡Qué paz y tranquilidad se respiraba! No me encontré a nadie en todo el camino, y el paisaje era hermoso. Como algunos saben, mi colonia es pequeña, es como un cuadro en lo que en Monterrey se consideraría “el medio de la nada”, aunque realmente solamente estamos a 25 minutos del centro de Denver, por carretera. Alrededor hay granjas con caballos y vacas, y en frente de mi casa, por un lado, hay sembradíos enormes de girasoles, y aunque en esta época del año no hay girasoles, sí hay muchos gansos que vuelan en unísono al son de los bellos sonidos del aire y de los colores característicos de cada estación.

El aire estaba friíto, pero el sol estaba muy calientito y brillante. Qué contraste tan delicioso. El sol era tan azul como los ojos de mi esposo, y a lo lejos podía ver los edificios del centro de Denver y en el fondo, las montañas rocosas llenas de nieve.

Hoy en la mañana amanecí súper adolorida, pero no permití que eso me impidiera seguir con mi plan. En cuanto pude me salí a correr (o más bien una combinación de caminata y trotes), pensando: ojalá no me encuentre con los corredores “profesionales” de mi colonia, ¡qué vergüenza!

Sobreviví mi segundo día. Sigo adolorida. Sí hice ejercicios de estiramiento antes y después del ejercicio. Espero seguir con mi plan de ejercicios mañana.

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