jueves, 17 de junio de 2010

De cuando trabajé con una cleptómana

En una de las prepas donde trabajé (la cual no era muy organizada, y la administración no ejercía el liderazgo adecuado, por diferente razones que en otra ocasión contaré) tuve la experiencia de trabajar con alguien que robaba. Me imagino que sufría de cleptomanía, pues no encuentro explicación a comportamientos tan extraños como los que esta persona exhibía. Era una combinación de robar y mentir sobre cosas insignificantes y sobre cosas más serias; esta persona no solamente mentía para cubrir sus robos, sino que mentía sobre muchas otras cosas también.

No me di cuenta de esto de inmediato, sino poco a poco durante dos años. Lo peor del caso era que ella y yo éramos las únicas dos maestras en ese departamento. – Bueno, ella no era maestra, la contrataron como cocinera (una excelente cocinera), y su lengua madre no era ni español, ni inglés. Ella era de un país europeo - no quiero decir de dónde ni dar otros detalles, con el fin de proteger no solamente la privacidad de esta persona, sino a los estudiantes que confiaban en ella y que la apreciaban, y que no saben todo esto que pasaba dentro de este ambiente de trabajo-. El caso es que ella y yo éramos las únicas maestras de idiomas en esa escuela y teníamos que reunirnos para hacer diferentes trabajos juntas.

Cuando la conocí me cayó muy bien. Ella es (o era, hace mucho que no sé de ella) una persona muy amable y que intentaba por muchos medios, recibir el cariño de la gente.- siempre buscando la aceptación de los directivos, compañeros de trabajo, padres de familia y sobre todo, de los estudiantes. Se esforzaba mucho para que la quisieran y decía lo que creía que la iba a hacer quedar bien ante todos.

Después de unas semanas de trabajar con ella, supe que algo estaba raro, e intenté mantenerme alejada y concentrada en mi trabajo. Ella era muy insistente y me buscaba muchísimo, hasta intervenía en mis clases, donde no tenía nada que ver. Por fin le dije que eso me molestaba, ella se disculpo y seguí mi vida. Ella me insistió mucho en que ella quería ser mi amiga (es aproximadamente 25 años mayor que yo), y yo decidí darle una oportunidad. Durante el segundo año que trabajamos juntas nos hicimos compañeras de caminata y todos los días subíamos a las montañas cercanas a la escuela donde trabajábamos. Durante ese tiempo me fui dando cuenta poco a poco de los robos que cometía. Y fue hasta ese año que me cayó el veinte de algo: Cada vez que a los maestros se les perdía algo, algo igual aparecía en el salón de clases de esta maestra: materiales, videos, y otros artículos chicos y grandes.

No me atreví a confrontarla, hasta después de que regresamos de un viaje a Europa. En ese viaje íbamos cuatro maestros, el director y aproximadamente sesenta estudiantes adolescentes. El dinero que los estudiantes habían ahorrado para todos los paseos de esas dos semanas (muchos de ellos con trabajo arduo) lo manejaba el director. Cada mañana, los adultos decidíamos que íbamos a hacer y los estudiantes elegían con quien querían ir. No había mayor organización, en esa escuela nunca la hubo. Mi grupo siempre era muy grande, lo cual no me molestaba, solamente les pedía a los estudiantes que quisieran ir conmigo que me siguieran de cerca y que estuvieran dispuestos a caminar mucho. Al final terminaba haciéndome cargo de los estudiantes de la maestra de la que estoy contando, porque ella me seguía todos los días a donde yo fuera. Aunque ella era de uno de los países que visitamos, ella me aseguraba que no sabía moverse en los trenes y que se perdía en las ciudades grandes.

En la mañana, después de desayunar, el director nos daba dinero (que para empezar era de los mismos estudiantes) para comer y medio de transporte, los demás gastos los cubrían personalmente los estudiantes. Yo no quería problemas con dinero ajeno, y además temía que se me perdiera, así que le pedía cada día al director que él comprara los boletos del tren que usaría ese día para mis estudiantes y que se reuniera con nosotros a comer, para que él mismo pagara la comida de los estudiantes. Así que nunca manejé ese dinero durante el viaje.

Vi varias veces que esta maestra, se quedaba con el dinero que quedaba al final del día, que era de los estudiantes. Yo le dije que debía regresarlo pero ella siempre tenía una razón por la cual era justo que ella se quedara con todo el dinero posible.

En la escuela, cuando los estudiantes llevaban cosas para donar, si a ella le gustaban, ella se las quedaba y decía que eran de ella. Esa escuela tiene una cocina muy grande, y un programa de cocina donde se les enseña a los estudiantes a manejar una cocina; muchas cosas desaparecieron de ahí y aparecieron en su casa, yo las vi cuando ella me invitó. Las primeras dos veces le comenté que se parecían a las de la escuela (aparatos especializados que se usan en cocinas industriales) y ella me aseguró que eran de ella, que era coincidencia. También vi mesas, sillas y otros muebles de la escuela. Ella me contó que la escuela se los había regalado porque ya no los querían. Aunque era una escuela nueva, con muebles nuevos, y ya que no es una escuela tradicional, los muebles eran muebles que se usan en casa. Los estudiantes no se sentaban en pupitres, sino e sillas y mesas de comedor, había sillones de salas, etc. etc.

Una vez cuando grandes cantidades de comida se empezaron a perder, y los directivos de la escuela empezaron a cuestionar, yo le dije directamente a ella que yo había visto que ella se había llevado esa comida. Su respuesta fue que le pagaban tan poco, que de alguna forma debía cobrarse.

Por fin me atreví a decirle al director sobre los robos (otros no mencionados en este blog) cometidos por esta maestra. –Cabe mencionar que este era un director muy pasivo, no se daba a respetar, nunca confrontaba ninguna situación que necesitara arreglo, etc.etc.) – Creo que por eso no hizo nada. Otras personas que trabajan con nosotras (maestros y demás) se habían dado cuenta de los robos también, pero nunca se hizo nada. Ni el director, ni la subdirectora, ni los fundadores de la escuela: nadie hizo nada.

Al final del segundo año de esta escuela (o sea después de que yo estuve dos años trabajando ahí) tuvieron muchos problemas financieros (y de otros tipos) y tuvieron que recortar personal o hacer propuestas de trabajo que no eran justas para los maestros. En mi caso, me ofrecieron que volviera el siguiente año, enseñando la misma cantidad de clases, pero con la mitad de mi sueldo. La verdad es que quería mucho a mis estudiantes y me dolió mucho irme, pero volver con tan bajo sueldo y la misma cantidad de trabajo, me pareció una falta de respeto a mi trabajo y profesionalismo, así que no pude aceptarlo. Y gracias a Dios encontré pronto un mejor trabajo.

Nunca entendí por qué esa maestra siguió ahí el año siguiente. Hasta hoy me sigo preguntando si el director creyó que yo (y los demás maestros que hablaron con él) había inventado lo de los robos (nunca dije sobre las mentiras que decía). No sé si debí haberme quedado callada ante tal situación. Nunca se hizo nada al respecto. Y ella se quedó con varios libros, CDs y DVDs míos.

Y de las mentiras que ella decía, ya contaré en otra ocasión.

1 comentario:

  1. Una situación muy difícil. yo he aprendido a no llevar nada mio a los trabajos. Me cae muy mal que me roben, abusando de mi confianza.
    En una empresa debes acudir a Recursos Humanos.

    ResponderBorrar

Gracias por tu comentario