...La de víctima
¡Pobre de mí! Que todos me compadezcan, se apiaden de mí, me ayuden, me den todo gratis, y salgan a mi rescate. Todos a mi alrededor deben estar a mi servicio, pues yo he sufrido mucho en mi vida y me merezco toda la compasión del mundo. ¡Pobre de mí!
Definitivamente esa es la actitud que más me molesta en las personas.
No es mi intención minimizar el dolor, la tristeza y el sufrimiento por los que todos los seres humanos pasamos. Es muy difícil cuando sufrimos la perdida de un padre, un hijo, un hermano, amigo, u otro ser querido. Hay tragedias inesperadas, sobre las cuales no tenemos ningún control. Como dice en El Eclesiástico: hay tiempo para todo. Hay tiempo para llorar y tiempo para reír. En esta vida hay sufrimientos y alegrías, y son parte de la vida y si nos caemos, nos debemos levantar y continuar.
Cada uno de nosotros tenemos control sobre nuestras decisiones y nuestra actitud ante tales pruebas y desafíos que vamos encontrando en nuestras vidas.
No me molesta cuando alguien llora porque se murió un ser querido, o porque su casa quedó debajo del agua durante el huracán Alex. Al contrario, en tales situaciones, lloro con esas víctimas que sí son víctimas, y los acompaño en su dolor.
Es mi decisión no acompañar en el dolor que cada uno se atrae por decisión propia. Cuando uno decide ir o venir, comprar o no comprar, rojo o negro, comer o no comer, y otras decisiones cotidianas; y si a causa de tales decisiones la persona se “victimiza” sola, esa actitud de “víctima” sí me molesta y prefiero mantenerme alejada de personas con esa personalidad.
Pobre de mí, soy una víctima. Por lo tanto, se me debe servicio y todo lo debo recibir fácil, gratis y sin esfuerzo (de preferencia).
A veces siento que tengo ese comportamiento. Tendré más cuidado.
ResponderBorrarNina