viernes, 2 de julio de 2010

La actitud que me molesta...

...La de víctima

¡Pobre de mí! Que todos me compadezcan, se apiaden de mí, me ayuden, me den todo gratis, y salgan a mi rescate. Todos a mi alrededor deben estar a mi servicio, pues yo he sufrido mucho en mi vida y me merezco toda la compasión del mundo. ¡Pobre de mí!
Definitivamente esa es la actitud que más me molesta en las personas.

No es mi intención minimizar el dolor, la tristeza y el sufrimiento por los que todos los seres humanos pasamos. Es muy difícil cuando sufrimos la perdida de un padre, un hijo, un hermano, amigo, u otro ser querido. Hay tragedias inesperadas, sobre las cuales no tenemos ningún control. Como dice en El Eclesiástico: hay tiempo para todo. Hay tiempo para llorar y tiempo para reír. En esta vida hay sufrimientos y alegrías, y son parte de la vida y si nos caemos, nos debemos levantar y continuar.

Cada uno de nosotros tenemos control sobre nuestras decisiones y nuestra actitud ante tales pruebas y desafíos que vamos encontrando en nuestras vidas.

No me molesta cuando alguien llora porque se murió un ser querido, o porque su casa quedó debajo del agua durante el huracán Alex. Al contrario, en tales situaciones, lloro con esas víctimas que sí son víctimas, y los acompaño en su dolor.

Es mi decisión no acompañar en el dolor que cada uno se atrae por decisión propia. Cuando uno decide ir o venir, comprar o no comprar, rojo o negro, comer o no comer, y otras decisiones cotidianas; y si a causa de tales decisiones la persona se “victimiza” sola, esa actitud de “víctima” sí me molesta y prefiero mantenerme alejada de personas con esa personalidad.

Pobre de mí, soy una víctima. Por lo tanto, se me debe servicio y todo lo debo recibir fácil, gratis y sin esfuerzo (de preferencia).

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