Casi seguro que has escuchado el famoso y trillado poema de "En vida hermano, en vida". Aunque es muy cursi, es muy cierto. Me enojo conmigo misma, por tener que recordarme que necesito decirles a quienes amo, quiero o aprecio, que son importantes en mi vida y en mi corazón. Pero la verdad, con algunas de esas personas que ocupan un lugar importante en mi corazón, me da pena; no quiero parecer cursi como el poema mencionado.
Luego sucede algo grande y triste que me hace recordar que debo hacerles saber a las personas buenas en mi vida, que las valoro, o que las recuerdo con cariño.
Por ejemplo, el 24 de diciembre pasado, estaba con Danny y nuestras niñas en una posada muy linda en casa de nuestros amigos, la familia Kukic López. Por casualidad estaba buscando un dato en mi teléfono, y abrí Facebook. No pude evitar leer lo que Chayo Rositas había escrito: que su hermano gemelo, mi querido Félix había fallecido. Aún ahora cuando lo recuerdo, se me salen las lágrimas. Solamente unos días antes me había enterado que estaba muy enfermo en el hospital, y había empezado a hacer oración por él.
Casi no podía contener las lágrimas, ni la avalancha de recuerdos y emociones, pero no quise protagonizar ningún drama en la posada de los Kukic. Me despedí lo más rápido que pude y ya en el carro le conté a Danny y lloré; como siempre con temor de traumatizar a mis hijas con mis chillidos.
Si de algo sirve, quisiera comunicarle que a Félix Rositas (quien indudablemente se encuentra disfrutando plenamente de la presencia de nuestro Dios) que es una lástima que hayamos perdido contacto. Felix, ocupas un lugar especial en mi corazón, y te quiero y te admiro, perdóname porque no te lo dije antes.
Ya nos re-encontraremos en el cielo.
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