Hoy despertamos con la noticia de que un conocido cercano falleció en un accidente anoche.
Cada vez que alguien muere, vuelvo a reflexionar sobre lo frágil que es la vida. Como estamos en un momento, con nuestros planes de vivir hasta los cien años, con nuestros grandes anhelos como ver crecer a nuestros hijos, o ver prosperar un negocio; y con nuestros pequeños planes cotidianos como qué vamos a cenar, qué atuendo usaré mañana o dormir más temprano. Pero no importa cuales planes veamos terminados y cuales no, la vida para todos va a terminar, muchas veces cuando menos lo esperamos. Otras veces, cuando alguien está muy enfermo o ya de avanzada edad, hay más tiempo de irse preparando y de anticipar el momento que todos tememos: la muerte.
Como dijo Steve Jobs en un famoso discurso en la Universidad de Stanford, en el 2005: "Nadie quiere morir. Ni siquiera la gente que quiere llegar al cielo quiere morir para estar ahí."
¡Es cierto! ¿Quién realmente dice "Ya me quiero morir, que me maten"? Aún los suicidas, creo que al final se retractarían si pudieran. Muchos intentos suicidas no se llevan a cabo, quedan en intentos.
¿Y qué decir de todos los que decimos estar seguros de que hay una mejor vida después de la muerte? En todas las religiones (no me refiero sólo a las religiones Cristianas, en las cuales se incluye el Catolicismo, sino de verdad a las diferentes religiones del mundo) se cree en un ser supremo (para mí ese ser supremo se llama Dios, el creador que es todopoderoso, todo amoroso y bondadoso, y que es 1 sólo Dios con tres personas: El Padre, El Hijo, y el Espíritu Santo) y en que después de esta vida, nos encontraremos cara a cara con ese creador, y tendremos vida eterna.
El concepto del cielo (o como sea que le llamen otros) es un concepto de felicidad eterna, donde las imperfecciones y sufrimientos de este mundo no existen. Sin embargo, no me urge llegar ahí lo más pronto posible; al contrario, cada noche le pido en oración a Dios mi creador todopoderoso, que me permita vivir muchos años para poder ver a mis hijos crecer, para estar con ellos y con mi esposo por muchas horas, muchos días, mucho tiempo del que contamos aquí en este mundo pasajero.
Seguido pedimos (estoy segura que no soy la única) que nos vaya bien en todos nuestros planes presentes y futuros. Todos deseamos que nuestra vida, nuestro caminar por este mundo, sea lo mejor posible, placentero y feliz, para nosotros mismos y para los que amamos. No nos urge ir al cielo.
¿Y quién realmente sabe cómo es la vida después de esta vida? Lo que tenemos seguro aquí y ahora es sólo eso: el presente, el aquí y el ahora. Lo demás es una esperanza, es un deseo que con fe esperamos.
¿Qué quiero hacer con mi vida ahora mismo? No mañana ni dentro de 5 años, pero en el presente y cada presente más que se me conceda.
Ricos, pobres, deprimidos, felices, gordos, flacos, inteligentes o no tan inteligentes, malos, buenos, flojos, trabajadores, con ropa y accesorios de marcas caras, con carros del año, con la más alta tecnología, pintaditas y con zapato de tacón o traje sastre.- todos tenemos algo en común: la muerte nos espera y esa es nuestra despedida de este mundo como lo conocemos.
Y si hoy es la última vez que te veo o hablo contigo, ¿qué te quiero decir? Espero vernos en la próxima vida, sin preocupaciones, dolores, enfermedades, frustraciones, adicciones, traumas, enojos, tentaciones, deudas, envidias ni nada de lo malo que en este mundo vivimos y estamos expuestos día a día. Espero verte en ese lugar con nuestro Creador, donde celebraremos y seremos de verdad felices.
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