El otro día leí un artículo en el periódico El Norte donde Rodrigo Medina aseguraba que los ataques, balaceras y demás actos violentos en el estado de Nuevo León, sucedían entre los "malitos". Por esa razón, el gobernador exhortaba a la población a que no temieran, pues según él, la gente "normal" no corre peligro. Explicaba el señor gobernador que esta guerra (no la llamó así, claro) era entre diferentes grupos de narcotraficantes, y que fuera de esos grupos, no había más víctimas.
Esa misma semana una conocida de la parroquia del Rosario, recibió el impacto de una bala perdida en la cabeza, mientras estaba afuera de su casa con sus hijos. Les aseguro que ella como muchas otras víctimas de esta guerra, no es parte de ningún grupo criminal. Tengo entendido que ella está ahora en el hospital, por favor eleven una oración por ella mientras leen esta pequeña nota.
Todos tenemos conocidos, familiares, amigos o vecinos que han sido víctimas de esta guerra que parece no tener fin. Gente inocente, trabajadora, buena, honrada, que no ha hecho nada para merecer vivir o morir así, han sufrido por la situación en Nuevo León y en muchos otros estados de nuestro México lindo y querido. ¿Quién tiene el poder de parar esta situación? ¿Quién quiere hacer algo para que nuestra tierra vuelva a ser lo que era antes o mejor? Quién quiere recuperar lo que era nuestro? ¿Quién tiene un plan?
¡Por favor señor Medina! ¿A quién quiere engañar? ¿Quién le cree sus mentiras? Creo que ni los que votaron por usted. ¿Tiene algún remordimiento de conciencia por su labor (o falta de) como gobernador, y por las mentiras constantes y presentes desde su candidatura? ¿Le parece hipócrita ser gobernador de un estado en el que ni usted ni su familia viven? Si el pueblo de Nuevo León no tiene nada que temer, a menos que formen parte de los criminales y terroristas que ahora reinan en nuestro estado; entonces ¿por qué usted y su familia no viven ahí?
Nota Aclaratoria Personal: Y sí, yo tampoco vivo en Nuevo León, pero ni me fui huyendo, ni pretendo gobernar al estado. Y aunque he escuchado y leído opiniones expresando que los que no vivimos allá no nos debemos quejar, permítanme que esté en desacuerdo con tales opiniones. Yo soy tan mexicana y tan regia como el cabrito, el río Santa Catarina, las Conchitas Encanto, el Cerro de la Silla y la Macroplaza. Ahí nací, crecí y me formé; ahí conocí a mis mejores amigos, tuve la mejor educación de mi vida, me enamoré, me casé y bauticé a mis hijas; mi primer hogar es Monterrey, Nuevo León y todo eso nadie me lo quita. Si por circunstancias de la vida no vivo ahí no quiere decir que no pertenezca a Monterrey y que Monterrey no me pertenezca a mí. Yo, como ciudadana mexicana residiendo en otro país, tengo derecho a votar y lo ejerzo. Nunca me he quedado sin votar. Por eso y más, me atrevo a opinar y a dirigirle esta insignificante nota al gobernador de mi bello estado de Nuevo León.
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