lunes, 4 de marzo de 2013

Continuación de la entrada anterior

Y sobre el amor al prójimo.-
¿Sigo yo el mandamiento del amor a diario? No, reconozco mis errores, mis fallas y el pecado de mi corazón, y deseo ser una mejor persona. Sin embargo, sé que la batalla y mi naturaleza pecadora siempre estará presente en mi vida como en la de los demás seres humanos, hasta que nos reunamos con nuestro Creador.

Es difícil amar a toda la gente, sin embargo, seguido recuerdo que Dios nos creó y nos ama a todos por igual. Si alguien me necesita quiero estar disponible y ayudar a esa persona, no a base de lo que pueda recibir a cambio, ni esperando una recompensa, pero con un corazón sincero e incondicional, con amor.

No creo que eso quiera decir que todos vamos a ser mejores amigos y llevarnos de maravilla. Todos los seres humanos somos diferentes. Creo que es bueno mantener la paz, orar por los otros, aunque no seamos amigos.

Como humanos, tenemos limitaciones, de tiempo, de recursos, físicas, emocionales, etc. ¿Podemos darle nuestro tiempo, atención, ayuda y amor a todos quienes conocemos? ¿Tenemos esa habilidad? ¿Poseemos la capacidad de alcanzar a todos y demostrarles nuestro amor? Realísticamente no.

Intentemos ayudar a la medida de nuestras posibilidades, con amor, sin esperar nada a cambio. Cuando esperamos algún tipo de recompensa por nuestras buenas acciones, siempre sufriremos decepciones. Nunca nos sentiremos completamente pagados. No esperemos paga por nuestros actos de amor, si son hechos con amor.

Oremos por los que no nos aman. Les deseo desde aquí lo mejor a todos los que no me quieren y a quienes no les caigo bien. Deseo mantener la paz con todos, sin embargo, no es mi deseo molestar a quienes mi presencia les causa molestia. Mantener la paz y el amor a veces significa alejarnos de esas personas y amarlos desde lejos... Pero siempre y en todo, puedo estar equivocada.

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