Querido Dios:
Te pido humildemente que no permitas que tenga una actitud de víctima. Que no considere que merezco todo y que merezco más. Que no espere que los demás me atiendan y me den. Que no espere nada gratis. Y que cuando dé, lo haga de corazón y no esperando recibir pago por lo que di.
Te pido que me des sabiduría para entender que yo no soy la más importante, por lo tanto, nadie me debe nada. Que no espere nada de nadie, sólo de ti, pues si espero recibir premios y recompensas de otros seres humanos como yo, siempre estaré decepcionada.
No permitas que críe a mis hijos con actitud de víctimas. "Pobre de ti" no debe estar en mi vocabulario como madre al críarlos.
Por ahora, amén.
Feliz, tranquila, y sin resentimiento alguno hacia nadie, ya que no merezco ninguna atención ni trato especial, ni espero recompensa alguna, ni nadie me debe nada. Sin esperar nada de nadie, sólo agradecida por los regalos de cada día.
Amén.
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