miércoles, 17 de abril de 2013

Mi casa algún día fue impecable

Cuando decidimos tener hijos y ser padres, la vida cambia, desde los detalles más pequeños que no nos imaginamos antes. Eso no es nada nuevo, todos saben que los hijos cambian la vida de los padres, y que para la mayoría de nosotros es para bien.

Aunque ese cambio puede ser muy inconveniente para muchos. No me sorprende conocer cada vez a más mujeres que han decidido no tener hijos (demasiado inconveniente).

Uno de los grandes cambios para mí ha sido cómo se ve mi casa. Danny asegura que a él no le importa, pero yo seguido me encuentro soñando con mi casa como era antes: impecable, siempre limpia y ordenada. Había un lugar para cada cosa, y cada cosa siempre se encontraba en su lugar.

De hecho, mientras tuve sólo a Blyssé, todavía mi casa se veía como de adultos. Los juguetes, libros y manualidades no obstruían el paso, ni se encontraban en cada cuarto.

Hace poco acepté que mi casa será de niños por un buen tiempo, así que sustituí las mesas que Danny y yo escogimos al mudarnos a nuestra casa hace 8 años y medio, (que combinaban perfectamente con el resto de los muebles y la decoración) por una mesa de tren con muchas líneas de ferrocarril. Es un gran entretenimiento para los invitados de mis hijas. Además, otra de las mesas que estaban como simple decoración en ese cuarto, la remplazamos por un librero en forma de casa de muñecas, lleno de libros infantiles en inglés y español, que tiene además dos cajones perfectos para los zapatos de cada una de las niñas.

Blyssé y Allegra fueron invadiendo hasta nuestro carto, pero a Danny nunca le ha importado. Nuestro cuarto fue por un buen tiempo nuestro templo de amor y relajación.

¡Me niego a tener una cuna en mi habitación matrimonial! Ni se diga juguetes o permitir que mis niñas duerman entre mi esposo y yo.
Pero sutilmente ellas se hacen presentes. Cada vez que abro mis ojos veo las decoraciones que con tanto orgullo Blyssé y Allegra han ido posicionado en mi cuarto: sus dibujos dedicados para papi.- en la pared de su lado de la cama; y los dibujos dedicados a mí, de mi lado de la cama.



¡Qué decoración! Me alegra la mañana y no lo cambio por el orden y limpieza de antes. Aunque a veces me vuelva loca.



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