Pequeños placeres de la vida: ver al cielo e imaginar que vuelas, o que puedes ver todo desde arriba, desde una perspectiva más amplia, cubriendo todos los puntos de vista. Respirar profundo mientras ves el atardecer. Ver a tus hijas brincar y bailar felices. Escuchar sus voces cantando y riendo alegremente. ¡Qué felicidad! Gracias Dios.
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