domingo, 7 de agosto de 2011

Disfrutemos la vida con quienes amamos y nos aman

La vida: ¡Qué gran regalo! Y pasan los segundos, los minutos, los días y de repente ya tengo treinta y cinco años. Amigos y familiares muy amados ya terminaron su recorrido en esta vida, y aquí ya no podremos compartir más.

Como humana, tengo muchas limitaciones, y el manejo del tiempo es una de ellas. No puedo regresar y cambiar nada de lo que he vivido, ni puedo agregar horas a un día, ni días a un año de mi vida. Sólo tengo el presente, el aquí y el ahora.

La vida: ¿Quién la tiene asegurada? Nadie, ni ricos ni pobres, ni buenos ni malos, ni bonitos ni feos, ni viejos ni jóvenes. Todos somos iguales y estamos en la misma situación. Nadie sabemos cuando se termina este camino que Dios nos permite disfrutar.

Por eso decido que lo poco o mucho que me quede de vida en este mundo, lo voy a compartir con gente a quien amo y me ama, a quien respeto y me respeta, de quien aprendo y quien está dispuesto a aprender de mí. Es mi deseo tener cerca a familiares y amigos que no sean celosos, envidiosos, hipócritas, ni mentirosos, y que me ayuden a no ser así. Quiero dedicarle tiempo a amistades y familiares que compartan sus sentimientos, pensamientos y emociones, abierta y sinceramente, sin compromisos, sin presiones, sin tratar de quedar bien.

Decido libremente no perder el tiempo que me quede en este mundo con la gente que cree que mi vida y su vida son una competencia. No quiero estar con gente que me dice algo a mí y cuando me volteo dice lo contrario. No quiero cerca de mi ni de los míos, a quienes nos critican cuando no estamos presentes, ni a quienes se burlan de mí y de los míos para ellos sentirse mejor.

No quiero estar con quienes dicen que todo es relativo; prefiero aprender de quienes defienden sus ideas, aunque no coincidan con las mías.

El 'que dirán', el esperar pago por un favor, la competencia, la envidia, la hipocresía; el darle importancia a las marcas de ropa, zapatos y accesorios, a los diseñadores de moda, a la dieta que me haga ver como 'se supone' que me debo ver. No quiero eso en mi vida.

A los que no les cae bien mi esposo, los que hablan mal de mi y de mis hijas cuando no estamos presentes, los que sienten que tienen que competir conmigo, en vez de disfrutar nuestras diferencias. No los quiero en mi vida.

Recibo con los brazos abiertos a los que quieren compartir conmigo sus logros y los de su familia. A quienes les gusta escuchar y celebrar conmigo mis logros y los de mi familia. A aquellos que se alegran con mis alegrías, y se entristecen con mis tristezas. A los apasionados en lo que hacen, a los que dan sin esperar nada a cambio, a quienes quieren aprender día a día junto conmigo, a quienes me dicen que me quieren y que soy importante en sus vidas, a los que se emocionan cuando yo les digo que los quiero y que son importantes en mi vida. A los que no 'se sienten' con insignificancias, a quienes se atreven a salir de su casa sin maquillaje y en chanclas; a quienes se atreven a llorar conmigo y a reirse a carcajadas también, a quien se atreve a decirme que no está de acuerdo conmigo, y me pregunta mi opinión, a esos individuos quiero en mi vida.

¡Los amo buenos amigos! A ustedes los quiero en mi vida.





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