Querido pretendiente (uno nada más) de hace dos décadas:
Si todavía existes, por respeto a la admiración y cariño que algún día nos tuvimos, y con el fin de preservar lo que alguna vez fuimos, por favor sígueme recordando tan dulce, inteligente y flaca como era en aquella época. Sigo siendo joven, dulce y cariñosa. Así recuérdame; no nos hace daño, y tal vez nunca nos conozcamos en nuestros cuerpos de adultos en los que ahora habitamos.
Con cariño,
Yo, tu pretendida del colegio
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