Para mis amigas y conocidas criticonas y viboronas.- o como ustedes se autodenominan: “observadoras y expertas en el último grito de la moda”-:
Primero que nada quiero disculparme con ustedes por no haber expresado mi sentir años atrás. Llevo ya varios años (desde que las conozco) quedándome callada o hasta siguiéndoles la corriente (que Dios me perdone) cuando hablan de forma condescendiente y criticona sobre la forma de vestir de otras mujeres, o por su falta de maquillaje o el maquillaje en exceso; o porque el maquillaje que usan no está bien usado de acuerdo a las expertas (ustedes, claro).
También me he quedado sorprendida sin saber qué responder cuando comentan sobre terceras personas en su forma de educar a sus hijos, lo que comen, lo que beben, la talla que usan, los colores que les quedan y los que no van con su piel. Cómo se sientan, cómo se levantan, si hacen ejercicio o no. Si deben hacer dieta o no, si están gordas o flacas, si se cortan las uñas o no, si compran demasiada ropa o deberían comprarse menos. Si deben usar chaqueta más abrigadora, que como tratan a sus mascotas, a sus hijos y a sus esposos, si deben hacer tal o cual cosa.
Les comunico, por si no se han dado cuenta en el tiempo que llevamos de conocernos, que a mi no me importa cómo se visten, se pintan, se bañan, se peinan, caminan, comen o lo que compran las demás. Por mi cabeza pasan mil ideas a diario, pero las antes mencionadas no forman parte de mi mente ni de mis preocupaciones.
No me estresa, ni me mortifican las decisiones de las demás con sus familias, sus esposos, a nivel personal, en su cuerpo ni con la relación que lleven con Dios. Todo eso no me afecta a mí, ni a mi familia tampoco. Discúlpenme que les diga pero ¡No me importa y no quiero ser parte de esas conversaciones ya!
No quiero perder mi tiempo en conversaciones superfluas que no ayudan a nadie. Celebremos nuestras diferencias y nuestras cualidades. Apoyémonos como mujeres y “amigas” que decimos ser.
Si queremos consejo, pidámoslo, entonces opinaré. Si no quieren mi consejo, no lo oirán. Vístanse cómo quieran y cuando quieran. Báñense, péinense y arréglense como ustedes quieran y se sientan a gusto. Eduquen y cuiden a sus hijos de acuerdo a lo que cada una considere importante. Practiquen la religión que ustedes elijan. Usen perfume si quieren y si no quieren, no. Pónganse ropa fiucha, negra, de puntitos, verde fosforescente, o la que a ustedes se les antoje. Sean libres, únicas e independientes. No tenemos que ser iguales. Sean felices y no se estresen por el qué dirán. Yo no me preocupo por eso.
Seamos felices. Intentemos ser buenas amigas y no miembros de la Santa Inquisición moderna. He dicho.
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